Tanto España como Italia se encuentran atravesando una terrible crisis económica y financiera. El presidente de Gobierno, Mariano Rajoy y Mario Monti, economista y politico Italiano,se apoyan en algunos asuntos clave, se vigilan mutuamente sobre los pasos que dan ante sus socios europeos y se miran constantemente de reojo para evitar que una decisión unilateral de uno de ellos perjudique al otro.
El objetivo es ingresar entre 15.000 y 20.000 millones anuales para reducir la enorme deuda pública del país, cifrada en unos 1,9 billones de euros, equivalente al 120% del PIB del país transalpino, y recortar así los gastos financieros en que incurre cada año. Es por ello que Monti acaba de poner el cartel de ‘Se Vende’ a un montón de palacios vacíos o casi en desuso propiedad del Estado.
Es uno de sus talones de Aquiles. De hecho, Italia duplica el nivel de deuda pública de España, cifrado en unos 900.000 millones, y supera en casi 40 puntos básicos la relación entre deuda y PIB de España, lo que le convierte en uno de los estados con más deuda pública de la zona euro.
Pero España, con su ratio de deuda sobre PIB del 82%, no le va a la zaga, y al igual que el país que dirige Mario Monti dispone de un legado arquitectónico enorme y de gran valor, gran parte del cual está en manos del Estado. El listado de inmuebles de su propiedad es extensísimo.
Ya se ha lanzado, aunque de forma imprecisa, la idea de poner en marcha un plan masivo de venta de edificios de la Administración para recortar deuda, al igual que otro para desprenderse de empresas públicas. Pero no ha concretado más, quizá porque el momento del mercado no es el más propicio.
Algunas Comunidades Autónomas como Cataluña han vendido varios edificios, y la Comunidad de Madrid ha esbozado un proyecto para subastar pronto un primer lote de 15 inmuebles (14 edificios y locales, algunos con terrenos, y una parcela sin edificio), que están valorados en más de 62 millones de euros. El Ayuntamiento de Madrid ha seguido la misma senda y ha acordado vender siete inmuebles mediante un proceso de subasta. La idea prolifera entre las distintas administraciones.
De este modo, solo el Patrimonio Nacional, que administra y gestiona los bienes que la Corona cedió al Estado, pero de los que puede hacer uso, atesora gran cantidad de inmuebles, unos con gran poso histórico y otros con menos. El Palacio Real de Madrid, los palacios de la Granja y Aranjuez, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, la residencia del Coto de Doñana, conventos como el de las Descalzas en Madrid o el Monasterio de Yuste en Cáceres figuran en su inventario.
El valor histórico es incalculable, y el económico también. Por eso España medita si tomar la misma medida adoptada por Italia o tratar de salir de esta crisis sin tocar el patrimonio cultural de su nación. Esperemos que las angustias financieras del Estado no se desborden y no lleguemos a ver estos edificios enblemáticos convertidos en hoteles de lujo.